domingo, 6 de febrero de 2011

Cultura de ciberseguridad: Un estandar de comportamiento colectivo

La era de la información, como es frecuentemente llamada nuestra sociedad actual no es otra cosa que la consecuencia natural del ser humano por conocer y descubrir su propia realidad y dejar evidencia y registro de sus observaciones, bien como forma de operacionalizar y ordenar lo observado y experimentado, o como testimonio de una visita sincrónica o asincrónica de un legado reciente que captura un momento en el tiempo.

Así las cosas los datos privados, la propiedad intelectual, la infraestructura y aún las fuerzas militares y la seguridad nacional pueden ser comprometidas por ataques deliberados, inadvertidas fallas de seguridad y vulnerabilidades inherentes de internet y sus diferentes componentes y relaciones. En este sentido, los gobiernos han venido revisando sus agendas para comprender estos nuevos fenómenos, que definitivamente alteran la gobernabilidad de las naciones y ponen en tela de juicio a las instituciones frente a sus ciudadanos.

Enfrentar esta realidad exige el conocimiento de los cambios en los hábitos y estilos de vida de los nuevos habitantes de la red, seres necesitados de interacción permanente, servicios novedosos e interacción móvil, para fortalecer el empoderamiento que la tecnología y sus componentes les brindan, y hacer de su espacio vital, una extensión misma de su vida natural, en un contexto virtual.

En consecuencia, una falta de atención a las amenazas de seguridad en un ambiente abierto e interconectado, crea un vector de ataque impredecible, que articulado con una “confianza inusual” de los jóvenes de ciudadanos digitales en los medios informáticos, establece un tejido oculto y desafiante que mimetiza a los atacantes, creando un ecosistema paralelo y dependiente donde los cautivos usuarios serán objeto de acciones indeseadas o en el peor de los casos, actos que atenten contra su integridad física.

Al tener un colectivo de visiones en un espacio prácticamente infinito como lo es internet, podemos tener grandes beneficios como alto niveles de transparencia y responsabilidad por lo que se hace o deja de hacer, pero de igual forma, una puerta para abandonar y evadir cualquier investigación que trate de llegar la verdad. Por tanto, construir una visión de ciberseguridad global o al menos local, exige la creación de un espacio de confianza psicológica y tecnológica, que motive en los participantes, la aplicación de prácticas que limiten las acciones de los terceros no autorizados.

En la búsqueda de esta condición de apertura e intimidad con los artefactos tecnológicos, se precisa mantener un balance que comprenda las expectativas de los individuos en su interacción a través de internet y las responsabilidades de las autoridades gubernamentales en esta interacción. Luego, no es posible cargar un solo lado de la balanza, pues de hacerse, los intrusos sabrán que habrá oportunidad para continuar cuestionando las iniciativas de los gobiernos y provocando a los ciudadanos, haciendo que éstos, ante su desesperación, actúen de manera errática y desordenada.

Para que esta cirugía de precisión se materialice, se hace necesario cambiar la vista de seguridad, por la vista de riesgos. Es decir, la seguridad es una propiedad emergente que se presenta fruto del diseño de la interacción de elementos como la tecnología, las personas y los procesos, mientras los riesgos son una propiedad inherente a los objetos que representan aquellas amenazas y condiciones que pueden atentar contra este (bien de manera positiva o negativa), razón por los cual deben identificarse y tratarse conforme se requiera.

Cuando encontramos en la vista de riesgos, una forma de repensar la tradición natural de la seguridad, como barreras y limitaciones que limitan un acceso, creamos una cultura creativa alrededor de la amenazas, que comprendiendo la dinámica de las relaciones, es capaz de sorprender a la atacante en su propio terreno y hacer de la condición inusual, una postura proactiva para enfrentar la condición insegura.

Hablar entonces de una postura de ciberseguridad en el contexto de los ciudadanos de la sociedad de la información y el conocimiento, es construir un estándar de comportamiento colectivo y protocolos de anticipación, reacción y contención, que encuentren en la amenazas informática del entorno, una forma de recomponer su posición frente al acceso a la información y sus servicios asociados, no como una limitación a su empoderamiento natural en la red, sino como una forma de darle sentido a sus derechos civiles y libertades individuales.

Cuando los individuos se hacen responsables de sus comunicaciones, de los contenidos de sus aportes en la red; cuando reconocen que existen formas alternas de acceder a la información y, que mientras mayor sea la exposición de sus datos en la red, mayor será la sombra digital que se puede ver; estamos asistiendo a la conformación de una conciencia de seguridad de la información colectiva, que reconoce y destruye la complejidad de la red y sus posibilidades; un sistema de lecciones aprendidas que no busca otra cosa que “desaprender” cada día para dejar al descubierto el camuflaje de la inseguridad de la información.

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